No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra”. Antiguo testamento. Éxodo 20:4.
El ser humano bajo sospecha constante de haber pecado. La primera década del S.XXI invita a la celebración continua de acontecimientos históricos y a una aceptación cronológica de cambio: transición hacia un concepto global todavía permeable. Parte de nuestra cultura esta de aniversario, y los centenarios, y los homenajes colapsan las agendas culturales. El Arte contemporáneo supuestamente se hace mayor. La Historia caducando constantemente. Rejuveneciéndose quirúrgicamente a medida que envejece. Demacrada por los años. Como una diva del cine entrada en años cuyo halo es ya postizo. Como las grietas de los palacios y las iglesias...
¿Es nuestro escritorio una lanzadera a otros lugares? ¿Lo hemos obviado en exceso y la naturaleza se ha convertido en eso que recorremos de una ciudad a otra? ¿Un ser múltiple? ¿Informados? ¿Hemos dejado de ser satélites de nuestros propios satélites como propone Baudrillard? ¿estamos estropeados?.
Nuestro sistema nervioso se confunde de carpeta en un disco duro que no es suyo. Seguimos pecando. Prolongados a tiempo real compartiendo información. Localizables permanentemente. Quizás incluso orientados hacia la luz. Y aceptamos la convivencia de dos realidades urbanísticas: una física y otra virtual. Dando oportunidad a un imaginario social nuevo y mundos simbólicos influenciados por los objetos que generamos. Los media hoy nos distancian con el obsoleto calendario de pared impreso. Se acuesta el Sol pero nosotros no. Tal vez hemos asumido nuestro rol cronológico y hemos llegado demasiado puntuales a la cita. Una extraña sensación nos invade, algo nos molesta, da la sensación de que el futuro se ha difuminado. - Es esto. O quizás el siguiente párrafo-. La salita de espera es esto que nos rodea. Decorados decorados con decorados. La ciencia ficción se convirtió en ficción científica y aparentemente todo sigue igual. Nos mantenemos ocupados. La ciudad se hace mayor, lo antiguo da credibilidad a lo nuevo, se fusionan y el habitante cumple horarios. El camión de la mudanza sueña con ser transporte público. El ser humano se ha echo inmune a los daños colaterales de las revoluciones industriales. Su cuerpo se ha convertido en un perímetro contenido. Nacen niños digitales así como fallecen los testigos de un mundo analógico.
Surgen los efectos secundarios de ese desenfoque en el que capitulan las décadas. El nuevo siglo lo es sin ellas. Digamos que nuestra percepción ya no se limita a la química que segrega nuestro cuerpo. Y éste ya no es el atleta de mármol de antaño. Un maratón digital que busca trayectos en la megápolis. Tantos dorsales como contraseñas de nuestros ficheros mentales.
Nicholas Negroponte predice en su obra El mundo digital que “la tecnología digital puede ser una fuerza natural que propicie un mundo más armónico”. (1)
Desaparecerá la huella. Nace el Net Art (2). Del off-line al on-line. Cambio de soporte. Las velas de ornamentación barroca del todo a cien acaban con la artesanía perpetuando la aceptación social del objeto de baja calidad por encima de identidades culturales locales. Lo próximo muda por lo distante. Deseamos aquello que visualizamos fugazmente. XX siglos de una cultura retiniana que nos ha extasiado. Tantas imágenes. Tantos significados. Hoy el culto a la información y posicionamiento cultural nos entretiene. Y el Arte en la jerarquía de las preocupaciones estéticas es otro producto. Quizás deberíamos volver a aquel paraíso acústico.
Es como entrar en una cámara sorda, de seis paredes, un habitáculo sin ecos. John Cage en su libro Silencio habla de esta experiencia. “Hace unos años entré en una de estas cámaras en la Universidad de Harvard y oí dos sonidos, uno agudo y otro grave. Cuando los descubrí al ingeniero encargado, me explico que el agudo era mi sistema nervioso en funcionamiento; el grave mi sangre circulando” (3). Es curiosa la visión en las estrategias publicitarías que nos muestra John Carpenter en su película Están vivos de 1988, desnuda las imágenes de los anuncios mostrando tan sólo el mensaje de los mismos, sin interferencias, fondo blanco y la tipografía en negro de un mensaje. Muestra esta otra realidad que sólo es visible a través de gafas especiales de una sociedad que se resiste al asedio de un mundo invasor. En nuestra cotidianidad convivimos con todo esto aceptándolo. No es que estemos ciegos, lo que ocurre es que no entendemos lo que vemos.
“Él conocía los colores de todo con extraordinaria exactitud (era capaz de dar no sólo los nombres, sino los números de color que aparecían en la escala de tonos Pantone que había utilizado durante muchos años). De este modo era capaz de identificar el verde de la mesa de billar de Van Gogh sin vacilar: conocía todos los colores de sus cuadros favoritos, pero ya no los veía, ni cuando miraba ni en el ojo de su mente. Quizás ahora los conocía sólo por memoria verbal.” (4) Es el caso de un pintor que después de un accidente de circulación, y debido a una lesión cerebral sufre acromatopsia, que implica la ceguera total al color. Todo lo ve en blanco y negro, donde los blancos son sucios y los colores como el rojo son negros. Con una escala cromática de grises similar a un filtro de ordenador solarizado. Es un aprender a ver desde un daño en la percepción global del mundo. Nuestra memoria verbal es industrial. Industrial, en el sentido que todos construimos la misma.
“Reposando sobre la tierra, el mundo aspira a estar por encima de ella”. Caminos de Bosque. M. Heidegger.
El suelo desaparece bajo nuestros pies. Sospechamos que dormimos porque el tendido eléctrico sobre nuestras cabezas se ha apagado. Así pues, una descarga en forma de mensaje telefónico alimenta la radiación que necesita nuestro cuerpo (lo que ponga es lo de menos). Interpretamos densidades y la química que nuestro jardinero neuronal poda a su antojo carece ya de manual de instrucciones. Visitamos instalaciones interactivas que no funcionan y los electrodomésticos comienzan a tener antojos (“por favor, introduzca cinta”, parpadeaba un monitor de tv conectado a un viejo aparato de video vhs). En una rave un joven continua bailando en solitario sin música, las luces ya encendidas, una imagen desoladora, parece estar estropeado.
Nuestra relación con las máquinas nos fascina, así como nos irrita profundamente. Convivimos. Viciados porque ellas hacen que el tiempo deje de ser un espacio angustioso que ocupar. Lo percibimos de otra forma. Volando. Jugando. Negroponte comenta “Hemos presenciado cómo los ordenadores se trasladan de enormes espacios con aire acondicionado a armarios, luego a escritorios y ahora a nuestras rodillas y a nuestros bolsillos. Y este proceso aún no ha terminado”(5). Continuará hasta que no nos demos cuenta de su presencia envolviendolo todo. Paul Mockapetris inventor del DNS, sistema que da nombre a las direcciones de Internet comenta que “Internet desaparecerá en diez años”(6). No por su desaparición sino por su integración total en nuestra vida cotidiana. Estaremos conectados sin darnos cuenta. El caso será saber si cuando nos desconectamos por alguna razón, se va la luz por ejemplo, cuales serán los daños colaterales y su nivel expansivo en la sociedad. Y así los virus mutan, pasan del cable a las ondas, y nuestro teléfono de última generación hace sus llamadas. Louis Jounet comenta que “el espectáculo del mundo implica que un hombre, al menos, deje de intervenir en él para que se dedique a observarlo”.
La tecnología es la amplificación del espectáculo, simula nuestra pertenencia a una burguesia de apariencias, sumisa a la hipótesis mercantilista de que nuestras necesidades corresponden con lo que se nos ofrece. Ya no cazamos. Ya no pensamos. Pasamos a no comprender nada. “En todas partes se plantea la misma terrible pregunta, que desde hace dos siglos averguenza al mundo entero: ¿Cómo hacer trabajar a los pobres allí dónde se ha desvanecido toda ilusión y ha desaparecido toda fuerza?”. Guy Debord.
Los electrodomésticos funcionan porque si. Se oculta el rodamiento. El funcionamiento de sistemas complejos. El mundo también es así porque si. La ausencia de autoría eclipsa a los espectadores en una función minimalista, todo estaba aquí antes. Todos somos culpables, por tanto la falta se disipa. La tecnología nos ha convertido en prótesis de nuestro propio cuerpo. Localizables permanentemente. Generando nuevos códigos y nuevos individuos. Se consolida el término usuario (Lat. Usuarius. Que usa regularmente una cosa). No nos resulta extraño interactuar con el mundo, con el Arte, con las máquinas, ahora lo que nos cuesta es contemplar. Contemplar sin tocar. Y palpamos sobándolo todo. Nos pellizcamos y seguimos aquí. ( “Lo que sucede, es que debemos vivir con los vivos”. Montaigne citado por Marshall Mcluhan en El mensaje es el masaje). Con el paso del tiempo la prensa impresa coje el mismo color amarillento que la sección de economía. Darle al espectador la libertad de convertirse en usuario y transcender su contemplación.
“Hasta que se invento la escritura, el hombre vivió en el espacio acústico: sin límites, sin dirección, sin horizonte, en las tinieblas de la mente, en el mundo de la emoción, con la intuición primordial, con el terror. El lenguaje es un mapa social de este pantano”. (7)
Nueva York se fue a Londres para encontrarse con Shangai. Barcelona se fue a Tokio para encontrarse con París. Ciudades femeninas y masculinas. Gente anónima comunicándose. Holas y adioses, muchos dígitos fluyendo por cables subterráneos y ondas invisibles que se materializan en mensajes. Idilios entre ellas y ellos. El tiempo asediando al espacio. (George Washington comentó: “Este año no hemos recibido noticias de Benjamín Franklin, que está en París. Tendríamos que escribirle una carta”(8). Hoy el tiempo real, la latencia cero, el tocar una tecla y percibir una reacción sin retardo ha empequeñecido el mundo. Todo lo que nos haga esperar más de lo necesario nos molesta. La sensación de perder el tiempo nos invade.
De la caverna a la electrónica. Roman Gubert comenta “Así los niños pequeños tienen miedo a la oscuridad, aun sin haber padecido ninguna experiencia primitiva asociada a ella, como herencia filogenética de la inseguridad y desprotección del hombre primitivo en la noche y en un entorno de alto riesgo”.(9) De vez en cuando un apagón lo estropea todo. No vemos. Estamos a oscuras en un espacio originario en el que la noche saborea nuestro desconcierto. La luz eléctrica protege al hombre. Y la velocidad de la luz crea una nueva percepción del espacio y del tiempo a la que ya nos hemos acomodado. Atentamos contra la realidad constantemente, y de vez en cuando todo se detiene mostrándonos su aspecto. El 14 de agosto de 2003 se produjo un apagón gigantesco (10) en el noreste de EE.UU. y en zonas de Canada. Cincuenta millones de personas se quedaron a oscuras. Nuevamente en la cueva. En el espacio y tiempo acústico. Hieráticos en todos los sitios inimaginables. ¿Se sintieron estropeados o atacados?. Un fallo en cadena de la red eléctrica en su arquitectura genera un caosmos. Volvemos a un espacio que nos resulta familiar. Una relación muy similar a los nodos de Internet es la culpable, uno falla y el efecto dominó genera el pánico. Si el hombre es elemento sustentante y la masa elemento sustentado, el capitalismo no quiere circuitos estropeados, genera individuos industriales para que el eslabón sea ciego. El no escucharnos nos hace sumisos a lo que vemos. Tantos oradores ingeniosos. Quizás el lenguaje sea todavía un código erróneo, una interpretación demasiado racional de la química entrópica que genera densidades de uno u otro orden en nuestro organismo. Aquella acústica de la caverna era una reverb de nosotros mismos. “Dondequiera que estemos, lo que oimos es en su mayor parte ruido. Cuando lo ignoramos nos molesta. Cuando lo escuchamos lo encontramos fascinante”. John Cage. Silencio.
Pero a dónde vamos. En que solar estamos. En qué camarote del Titanic delira esta realidad. Quizás haya que empezar por el final para comprender el principio. Reinicio.
Los usuarios de Internet en el año 2002 eran el 9,72% de la población según un estudio de la ITU (Unión internacional de telecomunicaciones). El último dato que presenta la ITU es 12,4% de la población mundial (Febrero 2005). En España existen 4.544.751 viviendas con acceso a Internet, un millón más que en el 2003. (Datos anecdóticos, puesto que en la Isla de Manhattan hay más conexiones que en todo el continente africano). De la era analógica sedentaria pasamos a una era digital nómada. Nadie quiere perder el tiempo. Si acaso pasarlo apaciblemente. La vida deja de ser enigmática. Hemos perdido tanto tiempo en aprender cosas inútiles, que a la mínima oportunidad nos sumergimos en información a la carta que predican los buscadores. Tanto, que nos invade la sensación de vivir en un mundo irreal, hurgable en una base de datos colectiva. Y empezamos a tener resacas digitales, embriagados por los datos. La nueva Torre de Babel es plana, como la ciudad, subterránea, en 0 y 1, la velocidad de la luz no repara en vocales a la deriva. Dios observa su expansión en la noche.
(Entramos en el piso del otro por una ventana abierta en su escritorio. Intercambiamos información como quien reparte la cena. Algo esta pasando. Compartimos. Es extraño. Es demasiado bonito. Algo falla. Reinicio mi ordenador. Suena la melodía de inicio de Microsoft, como una sirena antiaérea del monopolio.).
Digamos que mi escritorio es una inmensa pradera de iconos antivirus, que el salva pantallas quiere ser perfume y que el flujo de información del hipertexto me reafirma como individuo. Un estúpido gesto define mi rostro. Tengo la sensación de que soy un hombre libre. Puede ser. ¿Podría serlo?
Un debate generoso en matices y que se extiende por la red. Una guerra por el control de la propiedad intelectual, entre el copyleft (11) y el copyright. Un reflejo de nuestro modelo físico hace nítida nuestra presencia en la red por medio del concepto de mercancía. El Netart resiste a la institución-Arte y a las cifras multimillonarias de las empresas de telefonía. Jose Luis Brea habla de la capacidad de “autocrítica inmanente” del Netart en nuestro tiempo. Generando un lenguaje y espacios propios, una nueva narrativa vinculada al hacktivismo o artivismo. “La ignorancia de un sistema con respecto a su entorno es un reto para el sistema, de modo que éste se ve obligado a aumentar su complejidad para hacer frente a tal ignorancia. Evolucionar es superar una adaptación y asumir la siguiente. La otra alternativa es, claro, desaparecer. Por ello todo lo que vemos es complejo. Complicarse o morir, sería la frase” (12). El capitalismo se ha dado cuenta que el vagón que ocupa no es el de cabeza. Los viajeros proponen destinos. La tercera clase llega a la misma estación para almolzar en la misma cafetería que los de primera. Y entre este fuego cruzado, se encuentra el usuario, unas veces en peligro, y otras en el bunker cliqueando tranquilamente el mundo. La aprobación de las patentes del software en Europa pone en peligro que muchos programas de código abierto puedan continuar siendo gratis, incluso podrían llegar a ser sancionados sus autores al utilizar logaritmos y ecuaciones patentadas por las grandes empresas del sector.
“La moderna cultura de masas -una civilización de prótesis-, pensada para el consumidor mutila las almas, cierra al hombre cada vez más el camino hacía las cuestiones fundamentales de su existencia, hacía el tomar conciencia de su propia identidad como ser espiritual. Pero el artista no puede, no debe permanecer sordo ante la llamada de la verdad, que es lo único capaz de determinar y disciplinar su voluntad creadora. Sólo así obtiene la capacidad de transmitir su fe también a otros. Un artista sin esa fe es como un pintor que hubiera nacido ciego”. Andrei Tarkovski. (13)
El Arte vinculado al hacktivismo o artivismo. El escritorio como trinchera. La indigestión política píxel iza la libertad de expresión. Convirtiendo el desnudo en pornografía. Dos funciones: pública y privada. Dos filas: Usuarios y censores. Censura: políticas de mercado.
El anfiteatro vacío. El museo contemporáneo como restaurante de lujo. Un público que desaparece. El turismo artístico. (¿Aquel olor a pescado frito era una instalación?. Visita al CGAC).
Los materiales utilizados por el hombre para crear son diversos. Desde la terracota que modelaba Rodin hasta el imán que paseaba Nam June Paik por sus televisores. El artista siempre con esa extraña necesidad por lavarse las manos antes de la hora de la comida. El bloque de mármol del que partió Miguel Ángel para realizar el David pesaba más de cinco toneladas y media. La preocupación por enquistar esa pieza maestra hoy en nuestra retina nos pesa escasos 13 K en Internet. Mínimo esfuerzo, máximo resultado. ¿Hay un nuevo baremo para la imagen? RGB o CMYK. 8 Bits o 16 Bits. JPG o PSD. Seguramente nos da igual saber que un segundo son 24 fotogramas. Y que un Mp3 es una compresión perceptual que elimina las frecuencias que el ser humano no es capaz de percibir. Escuchamos y vemos. Y luego, a intentar recordarlo.
El planteamiento es como nosotros percibimos todo esto que ocurre. Y la capacidad de sintetizarlo sin que continue siendo un espectro mental.
El espectador periférico de mirada diferida deambula por recorridos marcados, guiado por manuscritos del turismo y una lista tachable como souvenir. El usuario digamos que se lleva la playa a casa, y hace castillos de arena en su habitación. Un espectador come el menú del día en los restaurantes de los Museos de Arte Contemporáneo. Le dedica su tiempo libre. Y hace la digestión viendo el perfil más estético del mercado.
Paul Virilio comenta “En el teatro, cada miembro de la audiencia, disperso a lo largo y ancho del auditorio, ve necesariamente una función distinta. En el cine, por otro lado, estos mismos espectadores ven exactamente lo que la cámara ha visto, donde sea que se hayan sentado; es decir, ven la misma película”(14)
La huelga del jardinero en el paraíso neuronal daña nuestra percepción del capitalismo. Los espacios se reciclan. Visitar hoy en día Auchwitz convertido en museo es algo grotesco. Fabricas, cárceles, mansiones, ... espacios convertidos en Museos de arte Contemporáneo. El neón quirúrgico quizás se apague definitivamente. ¿Cómo será la mudanza definitiva de estos espacios a la red?. ¿En qué se convertirán?. Su escaparate en el mundo deja de ser su visita física, cada museo o institución artística necesita de una web que le represente.
No podemos negar que existe una crisis táctil que confunde las carencias de lo privado menospreciando lo público. Internet, con su anonimato minimiza el impacto de nuestra socialización, pero potencia el mutismo en los diálogos de ascensor. Puede comunicar pero también aislar monotematicamente al individuo. Comunica velozmente como puede hacerte desaparecer en la deriva de carreteras secundarias. Internet es una especie de espejo. De ahí que el rastro que dejamos a nuestro paso sea un reflejo de nuestros intereses intelectuales, comerciales y éticos. La mirada que se convierte en ojeada rápida. “La moneda del futuro es la atención”(15). El tiempo de ocio adquiere otro valor. Quizás el museo de Arte Contemporáneo asociado a los guetos gubernamentales pierde su aura. El nuevo recinto es programable.
Paul Virilio plantea “si se puede urbanizar el tiempo real, si la ciudad virtual es posible”. Como deberíamos construir este nuevo lugar. El uniforme del poder convertido en revisor: tickets de accesibilidad según un baremo de capacidades intelectuales, un test replicante a lo Blade Runner. Dosificará nuestra capacidad de almacenamiento de información, vacunando los intereses privados a favor de la moral heredada. El control de estadísticas también puede controlar nuestras IPS (el número de identificación de nuestra conexión, similar a un DNI digital).
El comunicarse rápido es rentable, se publicita, esta de moda, es el capitalismo el que nos susurra en el otro lado del auricular. Los operadores tradicionales pierden capital, se reciclan y compiten con empresarios pálidos, jóvenes informáticos tapizados de silicio; el oro negro de ceros y unos. Google cuyos beneficios se triplican en cada trimestre, (sus acciones cotizan en bolsa a 172,43 dólares), Yahoo, Amazon o Ebay entre otras firmas en alza. Y se prima la calidad de contenidos, pero proporcionalmente a la velocidad en que se ofrezcan. Digamos que hay una prisa nueva que empequeñece el mundo.
La relación de los mercados no dista mucho del mundo rosa que lo invade todo: Iberia, se ha fijado en una compañía aérea peruana. Telefónica: reconoce que estudia la privatización de Turk telecom. Y todos estos idilios que vienen impresos en páginas amarillentas de los diarios impresos comen en nuestra mesa. Y la paciencia se asocia al virus informático. Y el bienestar, la velocidad, al antivirus. Se generan nuevos infinitivos que se conjugan con las necesidades básicas del comer, beber, amar, odiar ... por herramientas básicas del software, tales como cortar, pegar, copiar, eliminar. Parece que este ensimismamiento dialéctico nos remite a las manualidades, quebrantando la mera observación. Nos hace participe en una comunidad queramos o no.
Notas:
(1) Nicholas Negroponte. Ediciones B, Barcelona. 1995.
(2) El término Netart aparece en Diciembre del año 1995 cuando Vuk Cosic recibió un correo de un mailer anónimo. Debido a una incompatibilidad del software de Cosic el texto era una anarquía de códigos ASCII. El único fragmento con cierto sentido era el siguiente: [...] J8 g#|\;Net. Art-^s1 [...] El artista sloveno quedó impresionado ya que la red le había proporcionado el término para la actividad que estaba realizando, y desde este momento comenzó a utilizar dicho término. El código fue descifrado posteriormente y consistía en un manifiesto contra el arte tradicional, abogando por la libertad del artista en Internet.
(3) John Cage.Silencio. Ed. Ardora(4)Oliver Sacks. Un antropólogo en Marte. Anagrama. 1997. Pág. 27.
(4) Oliver Sacks. Un antropólogo en Marte. Anagrama. Barcelona. 1997.
(5) Nicholas Negroponte .El mundo digital. Ediciones B, Barcelona. 1995.
(6) ELPAIS - 09-06-2005
(7) Marshall Mcluhan. El medio es el masaje. Un inventario de efectos. Paidós Studio. 1995.
(8) Marshall Mcluhan. El medio es el masaje. Un inventario de efectos. Paidós Studio. 1995.
(9) Roman Gubert. El eros electrónico. Santillana. Taurus. 2000.
(10) EE.UU. por primera vez en su historia experimenta a partir de las 5:16 pm. del 9 de noviembre de 1965 un gigantesco apagón eléctrico que paraliza durante 14 horas el habitual ritmo de actividades en ochos estados de la costa este, incluyendo a la ciudad de Nueva York y el cual también afecta parcialmente a dos estados del Canadá.
En 1977 Nueva York sufrirá un nuevo apagón aun mas prolongado y con mayores costos. A diferencia de noviembre de 1965, junto con la oscuridad de la noche llegará la violencia urbana, el pillaje y los robos dejando un balance de 3.000 detenidos.
El 13 de marzo de 1989, una tormenta solar causó el apagón de HydroQuebec que dejó a 6 millones de personas sin electricidad durante más de 9 horas.
(11) Richard Stallman, "El copyleft usa las leyes sobre copyright, pero las voltea para que cumplan una finalidad contraria a la que les fue asignada: en lugar de ser un medio para privatizar software, se convierte en una forma de mantener el software libre. La idea central del copyleft es dar a todo el mundo el permiso para usar el programa, copiarlo, modificarlo y distribuir las versiones modificadas, pero no el permiso para añadir otras restricciones que éstas sobre él."
(12) Jorge Wagensberg. Ideas sobre la complejidad del mundo. Tusquets. Pág. 68
(13) Andrei tarkovski. Esculpir en el tiempo. Ed. Rialp. 1984. Pag. 66
(14) Paul Virilio. The art of the motor. 1995. Pág. 8
(15) José Cervera. 216 segundos de la mirada: la justificación económica del copyleft. Artículo. http://www.jamillan.com/celcer.htm
Bibliografía:
Andrei Tarkowski. Esculpir en el tiempo. Rialp.
Javier Ariza: Cuaderno 0. http://www.uclm.es/cdce/galeria/ariza/cero/postal.html
Giovanni Papini. Un hombre acabado.
Giovanni Papini. La escala de Jacob. Ediciones G.P.
J.A. Marina. Elogio y refutación del ingenio. Anagrama.
Peter Szendy. Escucha. Ed. Paidós de música.
J.A. Vallejo-Nájera. Concierto para instrumentos desafinados. Colección comodin.
Paul Virilio. El cibermundo, la política de lo peor. Cátedra.
Román Gubern: Del bisonte a la realidad virtual. La escena y el laberinto..
Román Gubert. El eros electrónico.
Marshall Mcluhan. El medio es el masaje. Un inventario de efectos. Paidós Studio. 1995.
Paul Virilio. El procedimiento silencio. Paidós.
Reg Whitaker. El fin de la privacidad. Paidós.
Jorge Wagensberg. Ideas sobre la complejidad del mundo. Tusquets
Jean Baudrillard, Las estrategias fatales, Anagrama,
Paul Virilio, Estética de la desaparición, Anagrama
John Cage. Silencio. Ed. Ardora
Giovanni Sartori, Homo videns. La sociedad teledirigida. Taurus, Madrid, 1998
Mark Dery. Velocidad de escape. Siruela.
Paul Valéry. La idea fija. Visor.
Peter Sloterdijk. El desprecio de las masas. Pre-textos
Stelar. Prótesis, robots y existencia remota: estrategias postevolutivas.
Steven G.Jones. Cibersociedad 2.0. Información, Internet y Comunidad: apuntes para una compresión de la comunidad en la Era de la información. Ed. UOC
Todo lo que nos haga esperar más de lo necesario nos molesta. La sensación de perder el tiempo nos invade....un trabajo muy cañero isaac....frases increibles entre outras que son moi boas tamen........quedome sen palabras.................
gracias