TXT: Tecnologías de control social: el sonido
luns, 16 de xaneiro do 2006, por longina.

PRELIMINARES

Para
el desarrollo de este ensayo partiré de la existencia de una respuesta
estética humana universal al sonido. Supondré también que la música [lo
sonoro] es un tipo de ‘lenguaje universal’, en casi todos los casos
indescifrable e históricamente problemático [la historia de la ciencia
en general, y de la filosofía y la musicología en particular, está
plagada de fracasados intentos en la comprensión de lo sonoro como
instrumento de comunicación humana. Cuando escribo “lo sonoro”, me
refiero a lo audible, exceptuando la articulación sonora del lenguaje
hablado]. La Ciencia Antropológica ha evitado históricamente el hecho
sonoro y aunque la etnomusicología ha trabajado profundamente este
hecho, su enfoque ha sido predominantemente documental. Son excepciones
los trabajos de Steven Feld, Michael Bull, Alan Merrian y otros
antropólogos que han dibujado un borrador para el estudio de las
sociedades a través de su imaginario sonoro. En el caso de España, la
publicación que analizo en este trabajo “Espacios Sonoros,
tecnopolítica y vida cotidiana”, representa, sin duda, el primer
intento serio de integrar el sonido en el análisis de las sociedades,
aunque no con cierta carga poética, muy propia de los análisis de este
tipo. El sonido es instrinsicamente enigmático [otro asunto que trato
en este trabajo], y abordarlo obliga a utilizar el lenguaje poético y
metafórico.

Soy consciente del peligro que supone hablar de lo
sonoro como lenguaje, por ello, también es necesario aclarar que baso
esta comparación [la del lenguaje hablado con la del lenguaje musical]
en la definición del diccionario de la RAE, cuya voz referida al
“lenguaje” dice así: “Conjunto de sonidos articulados con que el hombre
manifiesta lo que piensa o siente”. Es, entonces, una metáfora en el
sentido de que llamar a lo musical lenguaje no es más que un tropo
[traslado del sentido recto de una voz a otro figurado, en virtud de
una comparación tácita].

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